jueves, 5 de marzo de 2009

Chuquicamata y el Valle de la Luna

Tenía que pasar y pasó. Estaba previsto aunque nunca imaginé que sería en las proximidades de Copiapó, una parte bastante civilizada de Chile (teniendo en cuenta las carreteritas que he tenido hasta ahora). Pero las cosas no siempre pasan como uno las imagina y seguramente por eso me quedo sin gasolina a escasos 20 Km. de Copiapó y sus gasolineras.
Actúo según protocolo estacionando como puedo el Falcon fuera de la carretera, cerrando las puertas y sacando mi bidoncito amarillo de 5 litros. Hago autostop con cara de pena.
A los diez minutos una familia de mineros me recoge. Un padre y tres hijos muy amables (nada que ver con la familia de “Acción mutante”). Estos poseen una mina de cobre y según me cuentan están a escasos diez metros del preciado metal pero necesitan una bomba nueva que cuesta cuatro millones de pesos (unos 5.000 euros). Me proponen hacerme socio y tras pensármelo declino invitación a pesar de que la rentabilidad está asegurada. Debo reconocer que me costó mucho ser una persona razonable porque bien sabe Dios que a mi tiran ese tipo de historias. En fin que ya casi me estaban llevando a la mina cuando decido que lo primero era lo primero y en este caso lo primero era sacar el Falcon de la cuneta. Así que me despido de la familia minera y por si acaso les doy mi e-mail para que me envíen las condiciones de la inversión. Si alguno de vosotros está interesado puedo hacéroslas llegar.
Una vez en la gasolinera, pregunto a un camionero si me lleva. Me dice que sí pero que tarda media hora en repostar. Lleva tres depósitos de 700 litros. Me siento ridículo con mi bidoncito de cinco litros en la mano. El camionero se llama Valerio Demóstenes. Valerio porque su padre era italiano y Demóstenes porque su madre era española. Estuve a punto de pedirle una aclaración, pero desistí. Al fin y al cabo la lógica era aplastante. Me quedo pensando en esto un rato. Pero poco porque Valerio me habla de España, de fútbol, de Zamorano,.. en fin de todos los tópicos y yo me veo en la necesidad de contestar. Me siento como un rey en el camión que es enorme y tiene dos literas. Parece un avión de lo moderno que es. Valerio me cuenta historias de sus viajes por Sudamérica. Me entran ganas de hacerme camionero. Antes no lo entendía mucho pero ahora…
Solucionado el tema de la gasolina regreso con el Falcon a Copiapó donde decido hacer noche. Me duermo dándole vueltas a lo de la mina de cobre. Al norte, pasado Antofagasta, se encuentra otra mina algo más grande, la de Chuquicamata. En realidad es una de las minas a cielo abierto mas grandes del mundo. Fue gestionada por la US Anaconda Copper Mining Company hasta que Allende la nacionalizo en el año 71. Actualmente está en manos de la Compañía del Cobre (estatal).
Poco antes de la entrada a la mina, el pueblo minero que tiene el mismo nombre, aparece abandonado. Por razones de salud, tuvieron que evacuar a la población y realojarla en Calama. La última familia salió del pueblo de Chuquimata en febrero del 2008 y en breve todo desaparecerá por los desechos de la mina que lo cubrirá para siempre. Veo las calles y los comercios sin gente, intactos, como si de un momento a otro fuesen a salir todos de golpe a la iglesia, al bar,.. Creo que este es el viaje de los pueblos abandonados.
En cambio la mina sigue a buen ritmo su producción. Actual- mente tiene 5 Km. de largo por 3 Km. de ancho y 1 Km. de profundidad. La explicación me la da Paula, una chica muy simpática puesta por la CODELCO a disposición de los guiris que se les ocurre hacer la visita. En una de estas bromea comentando que los nuevos métodos de extracción del cobre no requiere del tradicional proceso de fundición pues recurren a un nuevo método basado en el uso de bacterias que entre otras ventajas no cobran salario, ni están sindicadas, ni tienen reclamaciones laborales… Pienso en Ernesto Che Guevara que visitó esta mina en su primer viaje por Sudamérica, allá por los años cincuenta, y en el minero que le marcaría su vida introduciéndole en la doctrina comunista. Parece que fue aquí donde el joven Ernesto empezó a tomar conciencia sobre las injusticias sociales. Miro a mi alrededor para ver si alguien me contagia a mi algo pero los empleados de la CODELCO no tienen nada que ver con los mineros de hace cincuenta años. Los de ahora van todos limpitos, peinados y cumplen rigurosamente con las normas de seguridad. Me temo que tendré que seguir auto-adoctrinándome.
Salgo de la mina revisando todos mis principios políticos y morales intentado ponerlos en orden sin conse- guirlo. Al menos en la época de Ernesto las cosas estaban mas claras…
Enfilo la carretera 23 hasta San Pedro de Atacama. Lamentablemente el San Pedro que visito se ha convertido en un “adobelandia” como lo ha bautizado alguno. Todo muy bonito pero artificial. Nada artificial es el cercano Valle de la luna, un paraje de aspecto lunar que al caer la tarde toma unos colores rojizos muy intensos. Me tiro la tarde subiéndome en el techo del Falcon para hacer fotos panorámicas. No terminan de gustarme porque no consigo plasmar lo que veo.
Termino contemplando la puesta de sol desde un lugar privilegiado. A mi lado un montón de seres humanos se empeñan en hacer lo mismo que yo.



1 comentario:

  1. Victorcín, estamos aquí la cepo y yo flipando con tu viaje....pero el comentario de tu hermana ha sido "vaya! por fín se ha cambiado la camiseta!!!!"
    En fín muy chulo todo. que es esa mano de tierra?
    Tambien opinamos que mejor con barba.
    Te vas a perder el cumple del cuñao!!
    Bueno ya no ponemos mas tonterias....que sigas escribiendo que tienes muchos seguidores
    Bss Cepo y cepo

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