lunes, 1 de junio de 2009

Vendo Falcon en buen estado

Modelo 81. Motor como nuevo, 6 cilindros, 3000 centímetros cúbicos. Recién llegado de un viaje por Sudamérica. Infatigable. Interesados contactar con el propietario a través de éste blog.
Un poco de historia. Antes de salir, cuando le hice el primer cambio de aceite en Buenos Aires , anoté lo que me indicaba el cuentakilómetros: 30.130. A mi vuelta me sorprendió que todo el instrumental hubiese sobrevivido a los baches del camino. Volví a mirarlo dos meses después e indicaba 51.149 Kms. Al realizar el calculo casi me caigo de espaldas, había recorrido mas de veinte mil kilómetros en poco mas de dos meses, concretamente 21.019.
Durante gran parte del viaje, sobre todo en el noroeste argentino y Bolivia, me mantuve en alturas que rondaron los 3.500-3.800 metros llegando a superar en numerosas ocasiones los 4.200 metros. A esas alturas la potencia se venía abajo y el coche se volvía perezoso y se ahogaba pero nunca dejó de subir y subir. Llegué a pensar que podría subir eternamente hasta la estratosfera. No hizo falta.
En una ocasión, empantanado como siempre en uno de los muchos lodazales con los que me encontré, tuve que superar mas de cien metros de agua y barro con la única técnica posible en estas circunstancias: meter primera, coger carrerilla y no dejar de pisar el acelerador volanteando a izquierda y derecha frenéticamente. El Falcon, rugió, derrapó, brinco, sobrepasó un Toyota encallado, y superó los cien metros con tanta mala hostia que casi atropello a los que me esperaban al otro lado. Cuando salí de coche casi me subo al techo de la alegría. Era el mayor subidón de adrenalina que había tenido en mi vida. “Tiene fuerza el autito” me dijo un boliviano. “Es lo único que le queda” le contesté. Y lo dije porque pensaba que estaba destrozado, lo había golpeado con todo y contra todo. No me atrevía ni a mirarlo pero ahí estaba, como si nada. Yo mismo no terminaba de comprenderlo.
Tuve un par de averías mecánicas que me obligaron a reparar el cardán en una ocasión y a sustituir un rodamiento en otra. A parte de esto sólo tuve que ir reponiendo alguna bujía y neumático (4). Adjunto foto del único que sobrevivió a todo el viaje y algunos datos.

Kilómetros recorridos: 21019
Duración (días): 62
Media diaria (Km / día): 339
velocidad media aprox. (Km / h): 42
Consumo: Incalculable
Altura máxima aproximada (metros):4200 metros
Neumáticos sustituidos: 4
Pinchazos: 5
Cambios de aceite: 2 (uno antes de salir)
Bujias: 8 (todas en la Patagonia por la mala calidad del combustible)

A lo largo del camino varias personas intentaron comprarme el coche. En un pueblecito boliviano estuve tentado de venderlo antes los tres mil dólares que me ofrecía un campesino que quería dedicarlo a labores del campo pero me negué. Miedos burocráticos aparte no podía soportar la imagen de mi Falcon cargado hasta arriba de sacos de patatas. No, el Falcon estaba destinado a aventuras mayores. Muchas veces mi imaginación vagó tratando de poner cara a sus anteriores dueños. Quizá un padre de familia que lo utilizaba para disfrutar los fines de semana en Pilar o las vacaciones en Mar del Plata. Tal vez una pareja de jubilados que apenas lo movían del garaje y lo tuvieron condenado al aburrimiento. Quise creer que un día lo saqué del hastío para llevarlo a los confines del mundo. Y lo pienso porque a pesar de su peso y su apariencia funeraria siempre viajó alegre y lleno de fuerza. Su motor no me falló nunca en los veinte mil kilómetros que recorrí con él. Pocas imágenes me han impactado tanto como la de unos mecánicos escuchando extasiados el sonido de los seis cilindros de su motor sorprendidos por el buen estado del mismo, asomándose a un pasado mecánico que como todo los pasados siempre fue mejor. Un pasado mecánico que ya no volverá pisoteado por la eficacia, el ahorro, la ecología, la practicidad. Todo tan indiscutible.
Me cuentan desde Buenos Aires que los vecinos del barrio protestan porque no les gusta ver el coche en su calle, les rompe su estética, les parece feo y viejo. Les molesta. Hay que moverlo del sitio para que el agravio se reparta entre todos.No quiero venderlo y no me queda mas remedio para que siga viviendo. Pero el comprador no puede ser cualquiera. Deberá cumplir unos estrictos requisitos que yo mismo supervisaré. Me da miedo que lo hortericen convirtiéndolo en un coche “pistero”. El nuevo propietario deberá respetar su integridad por encima de todo. Qué mas puedo añadir, un compañero fiel, un maquina de viajar o como dicen en Argentina: un fierro.

¿Alguien quiere ser propietario de ésta joyita?

2 comentarios:

  1. Hola Víctor!

    Impresionante viaje... Finalmente, ¿vendiste el coche? Hasta yo le he cogido cariño.

    Un abrazo desde Mallorca, Joan Pons.

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  2. Hola Joan,

    Si, finalmente lo vendí con mucho dolor de mi corazón. Un abrazo y espero que todo vaya bien por Palma.

    Víctor

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