viernes, 30 de enero de 2009

Buenos Aires, Km. 0.

Ayer martes, 28 de enero de 2009 comencé mi viaje. Me levanté pronto pues siempre que agarro carretera me gusta salir tempranito en la mañana. Antes tenía que resolver un par de gestiones (terminar de arreglar los intermitentes del coche y contratar el seguro). En teoría no me ocuparían mas de un par de horas, pero no fue así, y esto no debería sorprenderme porque suele pasar con frecuencia que cuando uno planea algo se venga abajo.

No quiero aburriros con explicaciones técnicas pero la citada palanca de intermitentes no se podía instalar. Todo apuntaba a que iba a tener que permanecer otro día más en Buenos Aires (otro día más sin contar los dos que llevaba de retraso por los mismos motivos). La ciudad empezaba a agobiarme y ya pensaba que no iba a conseguir salir nunca así que tras darle un par de vueltas al asunto decidí contratar únicamente el seguro, posponer la reparación pendiente para mas adelante (aunque suene extraño los intermitentes no son muy necesarios en Argentina) y salir de la ciudad a lo como sea.

Así que ahí estaba, marcando bajo el obelisco mi Km. 0. Serían las 13:45 PM cuando enfilé la 9 de Julio. Ya os digo que me gusta salir tempranito.

En cuanto me quise dar cuenta había dejado atrás la ciudad. Mis primeras preocupaciones estaban centradas en el coche. Vigilaba constantemente las agujas de temperatura y presión de aceite. Realmente no había mucho más que vigilar. El Falcon iba suave como la seda y poco a poco me fui sintiendo más cómodo.

Con el GPS iba haciendo algunas correcciones respecto a la velocidad marcada por el velocímetro. Paradójicamente la velocidad real era mayor que la indicada por la aguja y así cuando el velocímetro marcaba 80 km/h en realidad iba a 90 km/h. Me pareció extraño porque normalmente suele ser al revés y esto me dio que pensar y me entretuvo los primeros 500 kms. Hasta que llegué a Tres Arroyos.

Tres Arroyos es una agradable ciudad todavía en la provincia de Buenos Aires con ese aire de no pasar nunca nada. Me instalé en un hotelito llamado Hotel Andrea. Nada mas entrar me gustó. Es ese tipo de hoteles donde siempre hay un señor sentado en una silla viendo la tele.

Al inscribirme, el recepcionista me hizo una serie de preguntas a las cuales contesté ambiguamente. Finalmente me hizo una rebaja de ocho pesos en la habitación por viajante. Estuve a punto de preguntarle la diferencia entre viajante y viajero pero me contuve. Ocho pesos son ocho pesos.

Dormí como un angelito. Sobre esto que cada cual piense lo que quiera. Lo de angelito me refiero.

A la mañana siguiente repuse agua y aceite al coche y enfilé la ruta. Por la radio iba escuchando a la Presidenta (http://www.cristina.com.ar/) o CFK como puede verse escrito en algunos diarios. La “Kirchner” vamos. Leía en rueda de prensa un largo listado de calefones (calentadores) y otros electrodomésticos con sus precios, sus cuotas, etc… un nuevo plan del gobierno argentino contra la crisis. Me recordaba a Fidel en sus soporíferos discursos de cinco horas donde iba a los detalles mas elementales. Era bastante aburrido pero era la única emisora que podía escuchar y hacía compañia. Me pregunté si no sería más lógico que el listado lo leyese un ministro o cualquier subsecretario del ramo antes que la Presidenta de la nación pero rápidamente aparte ese pensamiento de mi cabeza por antiperonista.

Tenía que recuperar el tiempo perdido así que apenas paré en todo el día a comprar unas empanadas y a repostar gasolina. En un momento dado noté que el sueño se iba apoderando de mí así que busque unos arbolitos y me eché un rato. El sillón delantero corrido ayudaba a mis propósitos pero como se puede apreciar en la foto, tuve que sacar los pies por la ventanilla.

Conduje doce horas hasta llegar a Puerto Madryn, una ciudad balneario donde todo güiri recala para ver las ballenas. Yo ya las había visto en mi anterior viaje así que para mi era sólo un punto en el recorrido donde hacer noche.

Continuará.

PD: Agradezco los comentarios que tanto en el blog como por mail me estáis haciendo llegar. Perdonad que no os conteste pero apenas tengo tiempo.

lunes, 26 de enero de 2009

Migueletes 834, Capital Federal

Escribo desde el improvisado despachito que me he montado en el cuarto de baño. La “limpiadora” da los últimos retoques al “departamento” que tengo en el barrio de Belgrano-Las Cañitas (34º 33’59.19” S 58º 26’03.57") y que normalmente alquilo por temporadas a estudiantes extranjeros (http://www.buenosairesflat.com/). El barrio es bastante "cheto" (pijo) aunque muy agradable, todo lleno de cafés y restaurantes en la vereda. Eso si algo mas caro que el resto de la ciudad.

La tempera- tura en Buenos Aires en este momento es de unos 38º C. Dentro del baño casi 50º C. No obstante, no me dejo impresionar por el dato y continúo trabajando en el blog.

Al llegar a Buenos Aires, tenía dos objetivos: la compra de un coche y la refacción del depto. Afortunadamente he podido hacer ambas cosas en aproximadamente diez días, el tiempo que había calculado. Eso si, he sudado como un condenado.

Pintores, mecánicos, plomeros (fontaneros), engrasadores, agentes de seguros, vendedores, más mecánicos, instaladores,… Desde el maravilloso mundo de la tarima flotante hasta el enlozado de las bañeras, pasando por tanques de gasolina, rodamientos, sabanas y embragues. Todo esto y todos ellos han sido mi aventura en estos primeros días de expedición. Apasionante, ¿no..?

Sin embargo me queda la satisfacción del deber cumplido. El depto. será ocupado en breve por un chico australiano y el Falcon ya está preparado para un despegue inmediato hacia el sur.

miércoles, 21 de enero de 2009

El Falcon

Por fin, ya está. Después de muchos años tras él finalmente lo he conseguido. No es ni el más “lindo” ni el mejor pero me da lo mismo. Quería un Falcon y ayer me compré uno.

No recuerdo exactamente cuando me enamoré de éste “auto”, años en cualquier caso. Probablemente desde que lo vi.

Aunque de origen americano, el Falcon es por definición el coche argentino. Se lanzó en Estados Unidos en 1959 pero las primeras unidades no llegaron a Argentina hasta 1961. Por sus características se adaptó perfectamente al gusto y necesidades del conductor argentino. Su fortaleza y fiabilidad, hacían de él el vehículo perfecto para la orografía del país.
En 1963 se empezó a fabricar en Argentina y hasta 1991 - año en el que cesó su producción- se vendieron más de medio millón de unidades. Todavía hoy es fácil verlo por las carreteras argentinas.

El Falcon que acabo de comprar se corresponde al quinto restyling que tuvo el modelo allá por 1978 aunque éste se matriculó en 1981. Casi treinta años le contemplan.

Paradojas de la vida, el coche se lo compré a un “gallego” de Las Rozas, radicado en Buenos Aires por negocios, y también amante de los Falcon.

Palanca de cambios (3) en el volante, sillón corrido, motor de tres litros y 116 HP a 4000 r.p.m. son algunas de sus características.
Éste Falcon es el que me ha de llevar hasta el Fin del Mundo.

martes, 20 de enero de 2009

Mi Dakar

El pasado domingo estaba tan ricamente tumbado en la cama mirando como se movían las aspas del ventilador del techo (uno de mis entretenimientos favoritos) cuando se me planteó una cuestión que me llevo un tiempo decidir.

Por la televisión, en el canal TN al que soy aficionado, retransmitían la llegada del Dakar a Buenos Aires. Apenas a unas “cuadras” de mi casa. Inmediatamente me encontré en una de estas incomodas situaciones en las que tenía que tomar una decisión sobre algo.

Por un lado me apetecía ir a disfrutar del espectáculo, por otro estaba muy a gusto mirando el techo sin pensar en nada ni en nadie. Tenía que decidir entre hacer o no hacer.

Finalmente ese extraño sentido del deber que llevo dentro me obligó a tomar la decisión de salir a la calle para mezclarme con la muchedumbre, el calor, y el espectáculo. Debo decir que no me arrepentí.

Fueron varias horas pero apenas me enteré entretenido con el espectáculo. Mientras miraba las motos, coches y camiones pensaba que en cierto modo yo iba a iniciar mi propio Dakar. Una carrera alternativa, sin dorsal ni etapas definidas. Una carrera que comenzaba en BUE pero que no sabía muy bien donde iba a terminar (Señor, Señor, que no me pase lo que a Carlos Saínz).

Entre éste y otros pensamientos volví a casa y me eché una siesta del siete. Mi último contacto con la realidad fue el zumbido armónico del las aspas de ventilador.

domingo, 18 de enero de 2009

Breve declaración de intenciones

Cinco días en Buenos Aires, muerto de calor, comienzo este blog haciendo una breve declaración de intenciones en lo que al mismo se refiere. Me parece apropiado para evitar malos entendidos y enfados.

En primer lugar, no me comprometo a nada. Ni siquiera a terminarlo. Así de sencillo.

Tampoco quiero hacer un blog literario ni pretencioso, ni un Facebook de chateos interminables.

Pretendo pues aprovechar este espacio para colgar fotos con algún que otro comentario. De tarde en tarde. Siempre que la tecnología me lo permita.

Esto es a lo que me comprometo.